martes, 13 de septiembre de 2011

Domingo Festivo


El sol me deslumbraba.
Retocé y remoloneé unos minutos más en la cama, estaba rendido, muerto de sueño.
Miré el reloj, las doce y media de la mañana, llevaba ya muchas horas en la cama metido, pero es que estaba tan cómodo... Nunca ha existido ni existirá refugio y hogar como mi cama.
Entre sus sabanas me perdía y soñaba, soñaba historias que ningún mortal se atrevería a soñar.
En ella había reído, llorado, había follado y había compartido los momentos más felices con las personas más importantes de mi vida. Pero ahora estaba solo, yo, las sabanas, y mi fiel almohada, nadie más.
El comienzo del verano se anunciaba con sus calurosos y cegadores rayos de sol, los que no me dejaban seguir en mi cama tranquilo. Me incorporé y me fui al baño.
Al llegar al baño me miré en el espejo, en su reflejo veía a un chico, un joven de 22 años, alto, de piel morena y cabello oscuro. Me veía en calzoncillos, unos pequeños calzoncillos que solo tapaban lo estricto y necesario. El reflejo del joven era de un chico atractivo, sexy, con un cuerpo cuidado. Al mirarme en el espejo me gustaba lo que veía, tenia la cara un poco roja, al igual que los ojos, que estaban un poco hinchados, seguramente de todas las horas que había pasado en la cama durmiendo.
Tras utilizar el lavabo, me fui de nuevo a mi habitación. Cerré la persiana y me tiré de nuevo en la cama.
Me estiré, me retorcí, me moví mil veces, pero no conseguía encontrar la cómoda posición que tenía al despertarme. Maldita sea.

Pasé mis manos por mi pecho y mi abdomen, y me sobe un poco la entrepierna,

notando que ésta se encontraba abultada. Erecciones mañaneras, como no.
Saqué mi miembro de su prisión y me deshice de mis calzoncillos, dejando al aire toda mi entrepierna.
Observé mi miembro y como poco a poco su tamaño aumentaba más y más. Yo instintivamente lo agarré y comencé a acariciarlo, poco a poco, muy despacio.
Recorriendo toda su superficie, trabajando especialmente el glande, el cual reaccionaba muy bien ante esas placenteras caricias, haciendo que el tamaño de éste, como de todo su conjunto, siguiera aumentando. Ahora dirigí mi mano a mis cojones, los acaricie con cuidado, prestándoles todo el placer y cariño que merecen. El masaje me estimulaba y no puede evitar morderme el labio y suspirar. Ahora mi polla se encontraba en su mayor esplendor, dura, bien dura... Su tamaño había aumentado de una manera impresionante haciendo que ya no pudiera rodearla con mi mano.
Me llevé una de las manos a mi boca y la relamí, introduciendo mis dedos y dejándolos bien lubricados. Con la mano ahora bien húmeda, la lleve a mi miembro y comencé a frotarlo con mayor fuerza que antes.
Hacía ya tiempo que
no me hacía una paja, el trabajo, el estrés del día a día... No tenía apenas tiempo para mi, pero hoy domingo, que no tenia ningún plan, pensaba pasarme toda la mañana sobandome la polla y prestándole toda la atención que se merecía y la cual no le había proporcionado.
Mi cuerpo respondía de maravilla a todas estas olvidadas sensaciones. Mi piel ardía en deseos y en busca del placer, los pelos se me ponían de punta con cada movimiento de muñeca, de mi garganta brotaba un gemido tras otro, y de la punta de mi polla, una tras otra, surgían pequeñas gotitas transparentes que me ayudaban considerablemente en la lubricación de mi miembro.
Estaba disfrutando de lo lindo, y no quería parar por nada del mundo, al contrario, quería mas, mas placer.
Llevé nuevamente mis dedos a la boca y los relamí asegurándome de dejarlos mas húmedos que la vez anterior, pues esta vez, su destino sería completamente distinto.
Llevé mis dedos a mi culo, y con suaves caricias fui estimulándome la entrada de mi cuerpo para poder introducir mis dedos. Hacía tanto tiempo que no hacía esto, que al principio me sentía extraño, pero la sensaciones era placentera, muy placentera.... quería mas, quería meter ya uno de mis dedos. Poco a poco fui ejerciendo más y más presión, la entrada estaba muy estrecha así que decidí humedecerme de nuevo los dedos. Ahora sí, bien lubricados mis dedos, conseguí meter uno de ellos. Un gemido invadió la silenciosa habitación.
Con una de mis manos, seguía trabajando mi polla, la cual danzaba en el aire al compás de mi mano, y la otra, con un único movimiento, salia y entraba de mi ano.
Ya había introducido 2 de mis dedos y con movimientos circulares, metiéndolos y sacándolos me estaba proporcionando un placer que hacia ya mucho que no sentía.
Sin darme cuenta, me había girado y estaba boca a bajo a cuatro patas sobre la cama, en camino de introducir un tercer dedo dentro de mi.
Desde mi nueva posición podrá ver mi polla, como palpitaba en busca del éxtasis, veía mis cojones balanceándose de un lado a otro. El sonido me excitaba, el escuchar como mi polla se deslizaba entre mis dedos, como mis dedos entraban y salían de mi culo, como la mano chocaba con mis cachetes una y otra vez.
Comenzaba cada vez a gemir mas fuerte, a respirar con fuerza. Estaba solo en casa y quería que mi voz resonase en cada habitación, quería que los vecinos supieran que estaba a punto de correrme, quería que todo el mundo fuera consciente de ello.
Mi cipote palpitaba con mas fuerza que antes, mi respiración se entrecortaba, quería aumentar el ritmo de mis dedos para sentir bien el placer que éstos le estaban dando a mi culo. No aguantaba más.
Arqueé la espalda y un brutal gemido lo invadió todo, incrusté la cabeza en la almohada para soportar todo ese placer. De mi polla brotaron unos largos corros de lefa, blancos como la nieve, que terminaron cayendo sobre mis manos y las sabanas. Mis dedos disminuyeron su velocidad y poco a poco fueron saliendo de mi interior. Me lleve la mano a mi boca y relamí los restos de semen que había en ésta, sintiendo su acartonado sabor.
Tras esto, caí redondo a la cama y me quedé dormido de nuevo.
Tras un par de horas más o menos, me desperté. Toda la habitación esta inundada de un olor a sexo, sobre todos las sabanas, aún húmedas y calientes por lo que hacia unas horas había ocurrido allí.
Sonreí satisfecho, y me prometí a mi mismo, que cada domingo le daría a mi cuerpo todo el placer que necesitaba y más.


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